lunes, 27 de abril de 2009

Arnica (Arnica montana, L)

Planta herbácea perenne con un rizoma subterráneo que soporta un tallo erguido, ramificado y glanduloso, rematado por una cabezuela de flores amarillas. Las hojas son lanceoladas, opuestas y pegadas al tallo. El fruto es un aquenio negro, recubierto de vello. Toda la planta tiene valor farmaceútico, aunque por regla general solo se recogen las flores y, a veces, el rizoma.

Se seleccionan las flores sin el disco y sin la envoltura, limitándose a las flores tubuladas. Los rizomas se limpian y secan rápidamente. Las cabezuelas contienen un jugo amargo que contiene arnicina, isoquercitina, esteroles y saponinas. El rizoma es rico en un aceite esencial, taninos y resinas.

Las dos partes de la árnica poseen una acción estimulante, incluso irritante de las mucosas gástrica e intestinal. Tiene efectos benéficos sobre la circulación sanguínea y la actividad cardíaca aunque se debe utilizar bajo precripción facultativa. Tradicionalmente se han utilizado las flores que contienen numerosas sustancias antiinflamatorias, y analgésicas en casos de golpes, contusiones y dislocaciones, dolores reumáticos, e inflamación de la piel.

Las propiedades anti-inflamatorias del árnica formulado en un gel han sido estudiadas en comparación con el ibuprofen en un 204 pacientes con poliartrosis. Este estudio ha demostrado que el gel de esta planta medicinal consigue calmar el dolor y mejorar la movilidad y la rigidez de las articulaciones en personas con poliartrosis en los dedos de las manos al mismo nivel que el ibuprofeno.

Se utiliza sobre todo el extracto alcohólico (tintura de árnica) que antiguamente era muy apreciada para desinfectar heridas. Las infusiones y decocciones de árnica también se emplean en gargarismos, baños y apósitos.

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